La historia de las mujeres en los Juegos Olímpicos: de vetar nuestra participación a protagonizar la cita de Tokio
La participación de las mujeres en el mundo deportivo, y concretamente en el ámbito de la competición, no ha sido nada fácil. Durante décadas hemos luchado por estar ahí, y aunque ha habido un incremento en la proporción de mujeres en las competiciones, el mundo del deporte internacional sigue estando dominado por los hombres. Hemos tenido que hacer frente a multitud de barreras y techos de cristal, reivindicando igualdad de oportunidades y visibilidad.
El principio, no fue fácil. Uno de los grandes detractores de la participación de las mujeres en las competiciones deportivas fue el francés Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos de la era moderna. Él se opuso tajantemente a la participación de las mujeres en los Juegos, porque, según manifestó a varios medios de comunicación de la época, su presencia le resultaba “antiestética” y “poco interesante”.
A pesar de su oposición, este gran evento deportivo abrió sus puertas a las mujeres en el año 1900 en los Juegos de París, donde se agrupó un número impresionante de deportistas, entre ellos, seis mujeres. No solo eran pocas, sino que además participaron en competiciones separadas de tenis y golf y en equipos mixtos de vuelo de globos y cometas. Habría que esperar a 1912 para ver a las mujeres competir por primera vez en natación y a 1928 para verlas en algunas disciplinas del deporte rey, el atletismo.